jueves, 29 de septiembre de 2011

Espacios azarosos (fragmentoI PSI. y Amigo, poeta dedicado a Oscar Portela de Alejandro Drewes






Ni huecos cantos de pájaros
silban aquí
ni los secos huesos del viento
se arrastran aquí,
sobre este extraño mundo.


En este lugar:
donde moran los niños
de yerta inocencia
(oyes ahora ligeros susurros)
y las almas perdidas
como excéntricos astros
del círculo de la vida.


Forastero, si un día tus pies
cansados reposaran aquí
no esperes respuestas,
pues todo dejará de existir
en el alto reino de las cosas
tan sin peso.



A OSCAR PORTELA: Amigo, Poeta

Allí donde ha de barrer el íntimo viento las secas hojas, escribe y no te detengas, que ya no vacile tu paso hasta el próximo paso, del ríspido fondo de ti mismo arranca en agraz las hespérides uvas y sea tu canción a este mundo en su lenta o gris lejanía como un coro de pájaros. Con agrio pulso escriban ahora, poeta, tus manos para el hondo ** pozo del tiempo más amargo y por los otros que cayeron, terca y dura piedra: así sea la única marca de tu voz. Ya no sobra la vida y se yergue ante ti la ominosa torre del tiempo. Ya luego verás duplicada sombra, estrella por estrella. (*) poema de LEJANDRO DREWES Miniatura de Adjuntos


Melan


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lunes, 26 de septiembre de 2011

Y... de Ángela Ibañez

Proyecté ser tu más finísima sombra
El leve proyecto de cualquier sonido.
Diseñé la propia arquitectura
De un posible momento,
Sin olvidar la maquetación improvisada
Del segundo.
Fantaseé con la naturaleza ebria de las cosas
Reduje a cualquier posible negatividad el ayer;
Entre los vapores rumorosos del río
Teñido por arte de mi sangre en vino.
Tampoco fue difícil hacer fábricas de papel
para reír o llorar, trenzando
Dos o tres cabellos míos con uno
De locura feliz y otro de despiste global.
Dibujé transparente la vida en un hilo
Sujetándolo como marco en un espejo.
Disolví los restos de grasa
Manchas de tinta
En el secante de cualquier ocaso.
Rompí alguna que otra copa
En el intento de beberme todo
El contenido líquido de tus besos.





                                                         
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Melan

sábado, 17 de septiembre de 2011

TESTAMENTO I de PABLO NERUDA




DEJO a los sindicatos

del cobre, del carbón y del salitre

mi casa junto al mar de Isla Negra.

Quiero que allí reposen los maltratados hijos

de mi patria, saqueada por hachas y traidores,

desbaratada en su sagrada sangre,

consumida en volcánicos harapos.



Quiero que al limpio amor que recorriera

mi dominio, descansen los cansados,

se sienten a mi mesa los oscuros,

duerman sobre mi cama los heridos.



Hermano, ésta es mi casa, entra en el mundo

de flor marina y piedra constelada

que levanté luchando en mi pobreza.

Aquí nació el sonido en mi ventana

como en una creciente caracola

y luego estableció sus latitudes

en mi desordenada geología.



Tu vienes de abrasados corredores,

de túneles mordidos por el odio,

por el salto sulfúrico del viento:

aquí tienes la paz que te destino,

agua y espacio de mi oceanía.
 
 
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Melan

viernes, 16 de septiembre de 2011

EL CANTO de Oscar Portela



Vuelve canto a mi boca. No abandones los sueños
Y las videncias que prohijaste en mí y en las que ardí
Por una eternidad apenas como alegoría del instante.
No me dejes ahora que los harapos de las visiones
Del verbo son sombras que me acompañan hacia
La luz final que oculta la melodía en la que
Se perdieron mis horas: haz de mí nuevamente
Un fanal de venenos y mieles, y reúne todo lo mortal
En las imágenes que han venido hasta mí
Solo para crucificarme: otórgame tumbas y resurrecciones,
Sarcófagos y soles espectrales para que la soledad
No me devore y abandoname luego a la intemperie,
De aquellos elementos que me elevaron por encima
De aquel que no es más que un rapazuelo, capaz de abrir
Sus ojos para que el Dios en su más pura forma
Crezca como asfódelo entre los pliegos de mi carne.
Ábreme, no me cierres a la osadía de ser la llaga
Del sentido, y deja que las videncias en las que iluminé
El camino del apostata, las islas del Egeo, el cuerpo de Theo,
Los ojos de Theo, en los cuales se ocultan todas las mieles
De la Estigia, sus piernas y su cintura que copian
Los peligros de la aventura de Odiseo sean el postrer
Ejercicio de haber estado aquí sirviéndote, y haz que el
Colibrí beba de mí por última vez, mientras mis ajadas
Manos acarician el cabello del Dios a quien me rindo:
Ámbos mortales, ámbos solo búcaros, que buscan
Morir en el amor para resucitar tal vez convertidos
En lobos ya solamente para servir a la luna.
Pero ahora dame una vez más aquel veneno
Con el cual curé mis heridas para construir imágenes
Que solo hablan el sinsentido de tu loca
Carrera, Oh canto, nocturna estrella de zafiro
En la frente de Theo por un segundo más, por un segundo
En sus tobillos y el empeine de sus pies, por un segundo más
Por un segundo déjame desaparecer en sus límpidos
Ojos, déjame morir en él como la rosa que vive por un segundo
En el cántaro que la aprisiona, poséeme luz una vez más
Para que transfundidos y ya eternos de nuestros cuerpos espectrales
Goteé el aceite de la Eternidad, porque yo te amo- Theo- Eternidad.



- el poema mío que mas quiero entre cientos y cientos - OSCAR PORTELA


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Melan

jueves, 8 de septiembre de 2011

REENCUENTRO de Jordi Doce





Ojalá que la noche sea esto únicamente:

la pesada respiración del mar

como un animal torpe y hechizado,

un pañuelo de cuentas negras bajo tu frente,

la dulce sensación de estar a la deriva

contigo, de espaldas a la ciudad,

turbados por el pulso de un amor

que es siempre recomienzo.



Así me rindo a la evidencia:

lentamente, el reclamo de las aguas

con que el silencio nos acoge,

sencillo, hospitalario, se desplaza

para dar paso al frágil territorio del tacto

y remediar con él la insuficiencia

con que la soledad y la separación

nos obsequiaron tantos días.

Apenas hay sorpresa en nuestros ojos,

en nuestras bocas poco acostumbradas

al amor. Sólo tú, reencontrado,

recién llegado cuerpo,

podías franquear tan sin esfuerzo

la distancia que lleva a mis sentidos,

podías recibir la plenitud

que en este corazón cansado

dibuja la pasión, el instante más dulce.


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Melan

CANCIÓN DE LA BÚSQUEDA de José Ángel Buesa







Todavía te busco, mujer que busco en vano,

mujer que tantas veces cruzaste mi sendero,

sin alcanzarte nunca cuando extendí la mano

y sin que me escucharas cuando dije: «te quiero...»



Y, sin embargo, espero. Y el tiempo pasa y pasa.

Y ya llega el otoño, y espero todavía:

De lo que fue una hoguera sólo queda una brasa,

pero sigo soñando que he de encontrarte un día.



Y quizás, en la sombra de mi esperanza ciega,

si al fin te encuentro un día, me sentiré cobarde,

al comprender, de pronto, que lo que nunca llega

nos entristece menos que lo que llega tarde.



Y sentiré en el fondo de mis manos vacías,

más allá de la bruma de mis ojos huraños,

la ansiedad de las horas convirtiéndose en días

y el horror de los días convirtiéndose en años...



Pues quizás esté mustia tu frente soñadora,

ya sin calor la llama, ya sin fulgor la estrella...

Y al no decir: «¡Es ella!» —como diría ahora—

seguiré mi camino, murmurando: «Era ella...»
 
 
 
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La imagen pertenece a la obra Venus de Boticcelli
 
Melan