martes, 15 de junio de 2010

Dos sonetos a un místico de CLAUDIA LARS


I


Amor que se cruzó por mi camino

y me encontró en la sombra, abandonada.

Amor que fuera luz en la callada

y sombría espesura del destino.


Esencia de lo noble y de lo fino:

le sorprendí brillando en su mirada.

Mas no quiso hacer caso a mi llamada

y transformó lo humano en lo divino.


Yo me quedé con la esperanza rota.

¡Corazón que me sangra gota a gota

siempre que pongo mi ilusión en algo!


¿Por qué tan fuerte ante la vida fuerte?

¿Es que miedo a la vida le tuviste,

amor que no supiste lo que valgo?


II


Abrí por ti mi corazón entero

y en él pudiste ver sin velo alguno.

Lo que hacerme sentir pudo ninguno

sintió por ti mi corazón sincero.


Amor entre los grandes el primero:

Amor de aquello que entre mil hay uno.

Se te ofreció inocente y fue importuno.

Y lo calló tu voluntad de acero.


¿Por qué quieres vivir vida divina

si de la forma humana estás vestido?

¿Acaso el mismo Dios no se adivina


tras de la oscura puerta del destino?

Si el alma entre la carne va escondida,

¿por qué este empeño en sofocar la vida?

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