martes, 9 de agosto de 2011

Naufragios en la isla (La Habana, 1967) de Julio Cortázar



Eres el dios de los cuerpos, das y quitas la miel del abrazo más hondo,


gozas en nuestro grito, en el ascenso, paulatino a la delicia


para flotar después en el reposo,


medusa a medio sueño entre el agua y el sol.






Pero también esperas


en el verbo, eres entonces más temible,


te agazapas detrás de cada nombre, y cuando


regresa del olvido una palabra que decíamos


entre besos o lágrimas o Londres,


oh el más amargo de los amos, cómo clavas


tu dardo de infinitas espumas en mitad de mi vientre,


tus uñas de tortura en plena boca!






No puedo decir noche, decir lágrima,


echar al vuelo la paloma de su nombre en los tejados de París,


repetir su murmullo de colmena,


ser en sus dulces sílabas el viento y la campana,






porque también estás ahí con tus mastines y tus águilas,


única realidad de tanto olvido y tanto tiempo,


el amor con su risa de mármol contra el cielo,


su sexo cenital y su nocturna espalda.






*






El viaje fabuloso


inmóvil en el vértigo


tu pelo tus orejas






el viaje lancinante


las hélices del salto


el fragor del que caer


tu nuca tu garganta






el ancla remontando con sus algas su limo


la bocina en la niebla


tu espalda tu cintura


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