lunes, 3 de mayo de 2010

LETANÍAS DE LA TIERRA MUERTA - ALFONSINA STORNI




A Gabriela Mistral.




Llegará un día en que la raza humana


Se habrá secado como planta vana,


Y el viejo sol en el espacio sea


Carbón inútil de apagada tea.


Llegará un día en que el enfriado mundo


Será un silencio lúgubre y profundo:


Una gran sombra rodeará la esfera


Donde no volverá la primavera;


La tierra muerta, como un ojo ciego,


Seguirá andando siempre sin sosiego,


Pero en la sombra, a tientas, solitaria,


Sin un canto, ni un ¡ay!, ni una plegaria.


Sola, con sus criaturas preferidas


En el seno cansadas y dormidas.


(Madre que marcha aún con el veneno


de los hijos ya muertos en el seno.)


Ni una ciudad de pie... Ruinas y escombros


Soportará sobre los muertos hombros.


Desde allí arriba, negra la montaña


La mirará con expresión huraña.


Acaso el mar no será más que un duro


Bloque de hielo, como todo oscuro.


Y así, angustiado en su dureza, a solas


Soñará con sus buques y sus olas,


Y pasará los años en acecho


De un solo barco que le surque el pecho.


Y allá, donde la tierra se le aduna,


Ensoñará la playa con la luna,


Y ya nada tendrá más que el deseo,


Pues la luna será otro mausoleo.


En vano querrá el bloque mover bocas


Para tragar los hombres, y las rocas


Oír sobre ellas el horrendo grito


Del náufrago clamando al infinito:


Ya nada quedará; de polo a polo


Lo habrá barrido todo un viento solo:


Voluptuosas moradas de latinos


Y míseros refugios de beduinos;


Oscuras cuevas de los esquimales


Y finas y lujosas catedrales;


Y negros, y amarillos y cobrizos,


Y blancos y malayos y mestizos


Se mirarán entonces bajo tierra


Pidiéndose perdón por tanta guerra.


De las manos tomados, la redonda


Tierra, circundarán en una ronda.


Y gemirán en coro de lamentos:


¡Oh cuántos vanos, torpes sufrimientos!


-La tierra era un jardín lleno de rosas


Y lleno de ciudades primorosas;


-Se recostaban sobre ríos unas,


Otras sobre los bosques y lagunas.


-Entre ellas se tendían finos rieles,


Que eran a modo de esperanzas fieles,


-Y florecía el campo, y todo era


Risueño y fresco como una pradera;


-Y en vez de comprender, puñal en mano


Estábamos, hermano contra hermano;


-Calumniábanse entre ellas las mujeres


Y poblaban el mundo mercaderes;


-Íbamos todos contra el que era bueno


A cargarlo de lodo y de veneno...


-Y ahora, blancos huesos, la redonda


Tierra rodeamos en hermana ronda.


-Y de la humana, nuestra llamarada,


¡Sobre la tierra en pie no queda nada!

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