miércoles, 24 de noviembre de 2010

La soledad no es mía de Abelardo Vicioso



No soy yo, somos todos los que ardemos

con los corazones en la boca, mordiendo

sus tejidos hasta la sangre.



Somos todos los que bailamos la melancolía

y ascendemos la definitiva tristeza

con la sonrisa pintada en los labios.



No lo neguéis, hay que decirlo, no soy yo sólo.

Sería muy fácil desaparecer. Ya estaría hundido

Dos metros debajo de las pisadas de los hombres.



Todos me acompañarais cuando viajo a la luz

De difíciles días, sumido en la penumbra

De las calles desiertas, o en las alcobas tristes

Donde pone la muerte su ojo cada día.



Si también me acompañarais a cantar el amor,

A lucir nuestra bandera como un traje de fiesta

A limpiar nuestras calles con la nueva llovizna

Lanzada desde abajo en hermosa parábola.



No soy yo, somos todos los que vamos a morir

De espaldas, lentamente y sin lenguas,

Sin ojos ya, con íntimo cansancio.
 
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Biografía de Abelardo Vicioso
 



Abelardo Vicioso González nació en Santo Domingo, República Dominicana el 22 de abril de 1930. Se raduó en Derecho, su vida profesional está vinculada a la enseñanza, en la Facultad de Humanidades, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.






Desde muy joven Abelardo Vicioso desarrolló un gran talento y dedicación por la literatura. Fue autor del poema Yanqui, vuelve a tu casa, circulado por la resistencia durante la Guerra de Abril de 1965, y que luego se convirtió en una especie de himno de los jóvenes revolucionarios.






Vicioso tuvo una amplia producción literaria iniciada en 1958 con su libro de poesía La lumbre sacudida, y Cantos latinoamericanos, dado a la luz pública dos años después. Abelardo Vicioso siempre se mostró solidario con la Revolución cubana.






Abelardo Vicioso fue un mito que desde su temprana juventud decidió dedicar su vida -al igual que sus compañeros de la Generación del 48- a construir una República Dominicana mejor. Se graduó de abogado en la Universidad de Santo Domingo, y ejerció la profesión como hombre de bien.




La muerte sorprendió a Abelardo Vicioso cuando escribía los capítulos finales de una novela que llevaría por título Memorias del Teniente Veneno, de corte autobiográfico.








Paralelamente a esa labor, Abelardo Vicioso, escribía poemas (sociales e intimistas) y libros de ensayos que evidenciaron su lucidez intelectual. También ejerció la docencia universitaria con altura y sapiencia.






Como hombre de su tiempo , Abelardo Vicioso siempre enrumbó sus pasos hacia las conquistas sociales. Desde las filas políticas (PSP, PLD y ADP) fue un disciplinado soldado de vanguardia que puso siempre el interés colectivo por encima de los individuales.






El Gobierno dominicano le otorgó mediante decreto 258-97 del Poder Ejecutivo, la orden de Sánchez Duarte y Mella en el grado de comendador.






En la introducción a su representativo libro de poemas La lumbre sacudida (Premio Nacional Gastón F. Deligne, 1958), Rafael Valera Benítez escribe:






“…a partir de 1948, nuestra poesía reúne ciertos nombres en cuya labor se establece la preocupación por el destino del hombre -el hombre como tal, en su realidad circunstancial, en su existencia virgen y agónica- integrando así todo un conjunto que se define, no obstante, con una sola y acentuada base, bien que en cada caso se orienten particulares matices determinativos”.






Dentro de la singularidad individual, Abelardo Vicioso representa más lo emotivo que lo cuidado del estilo, aunque esto no signifique descuido.






“Para Abelardo Vicioso el lenguaje es un vehículo de profunda conmoción poética, no una pueril repostería lograda por el acomodamiento de determinados giros o la intromisión de ardides retóricos propios de aquellos que se quedan siempre en la eterna antesala del rezumo exterior, epidérmico, de las palabras“ (R. Valera Benítez)






EL miércoles 14 de enero del 2004 fueron sepultados en Santo Domingo los restos del poeta y abogado Abelardo Vicioso González, fallecido a los 74 años de edad a consecuencia de problemas cardiorrespiratorios.

Melan

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