Abre tus manos y misericordiosa
recibe el gris de las cenizas de los sueños
convertidos en humo y da guarida a las
sombras que vienen desde Ítaca donde aún
se espera: nada más vacuo que la espera,
y la vida es espera sostenida en la nada
de soledad y espanto: abre tus manos,
urnas donde reposan fantasmas y agonías,
venenos y traiciones. No soy sino el gris
de las cenizas que el viento intenta
convertir en llama pero la sangre
de tus manos en mitad de la noche
y lo no consagrado por los deseos
del Olimpo, tomará de tus dedos
sangre y vida, agua de Castalia,
y tornarán cenizas a ser el simulacro
del amor y la daga que danza en
las venturas de Perseo.
Sobre Oscar Portela
fragmento de un ensayo de Norma Pérez Martín.
La locura, el viento, el desamparo, la luz, el canto, la orilla absoluta, los pájaros, la noche escalonan niveles de la añoranza, esa “belleza impiadosa” que lastima y libera al creador.
La referencialidad situada (espacio-tiempo) asoma, pero no constituye un juego anecdótico, ni escapismo ni merodeo por los esteros de la literalidad: más bien se ofrece como “la metáfora viva” que postula Ricoeur.
Tampoco será tan tangencial los referentes aludidos por el poeta de Corrientes; puesto que el hombre es un fluyente devenir en las aguas del tiempo. La “poética del espacio” indagada por Gastón Bachelard se ofrece plenamente en las páginas de Oscar Portela: lo minúsculo y lo mayúsculo conviven; lo pequeño y, a veces, tangencial, deviene en esencia, capaz de afrontar la eternidad.
“Posiblemente la alianza del deseo y la soledad a través de la armonía en la serenidad, es lo que quizás busco" –dice Oscar Portela-. "Yo no sé si esto lo encontré, continúa. No sé si el derrotero se conduce al poeta finalmente a través de la palabra, hacia un horizonte determinado, sea la sabiduría”.
La duda se agudiza, pero al mismo tiempo, el creador intuye la salida. No es precisamente, el camino de la razón el que le ofrece las respuestas.
La poesía es la vía del conocimiento profundo; lo saben los grandes creadores de la humanidad
EL VUELO a MAIKEL CASTRO
ResponderEliminarpoema de OSCAR PORTELA
Entre tus muslos calidos, allí donde
las lunas pálidas dormían
calla el jilguero ahora
y los pasos que conducían
a los sueños se demoran
en busca de los jardines mustios
donde el deseo levantaba su vuelo
en búsqueda de las coronas
de mirtos y de las alas
que conducían a paraísos
donde todos los goces y los sonidos
de los vientos, las agua, y las arenas
del oro son posibles.
Levanta pues tu vuelo ya, deseo.
Espera solo el crepúsculo y
la quietud del vacío que por años
corre, se desliza: en tu lugar
vendrán los otros y la sonata
de la primavera otra vez
llegará – lo sé – en los colores
de la carne y en tus labios
fatales, Maikel Castro, obertura
de vida y muerte, de circulo vicioso,
mientras las imágenes se hacen pálidas
y ya solo busco dormir, dormir, dormir…
Levanta vuelo deseo, desde los bosques
donde reinaba el fauno,
o Pan abría luces
y la música que reinaba
en tus castos oídos llenaba
las esferas de zureos y gozos,
que marcaban el movimiento
de los astros.
Levanta ya definitivamente
el vuelo de la alondra, oh deseo
de más vida oh mas muerte y pósate
en la frente de Maikel,
ora frente a su sombra,
pues ahora que dejarás abiertos
cielos y verás levantar
el vuelo del deseo, sabes también
que volverá en las notas
de su sangre y de su semen,
el retorno de todo, las caricias
del sol, entrelazadas manos
hundidas en lo imposible
del placer del rocío
que se irá como la sal del mar,
para que mis cenizas tornen
a tu cuerpo, Fénix de la belleza
del instante, y de la primavera
mientras el vuelo de la alondra
dice, Eros es todo y yo su esclavo
así como en crepúsculo –
ah Maikel Castro –
mañana, mediodía y noche
de una historia que se repetirá
por siempre, el vuelo del deseo
en el vacío, sumergido ya el sol
entre las aguas, como tu
ah semilla en el poema
de este acto de amor
en que tus órganos
hacen de mí su soplo,
su espejo y su diadema –
y de la alondra del deseo
solo un símbolo.
*/ poema dedicado a Melan.
esta pagina es un verdadero refugio para la poesia: Norma Pérez Martin
EliminarCANTO DE ORFEO
ResponderEliminarpoema de OSCAR PORTELA.
Y el canto, el canto, oh Dioses, que religaba
al hombre con la tierra: la dulce y beatífica
que penetrará en tus huesos y abrirá tu esqueleto
a la luz de los cielos, al viento de las sierras,
al mar, al mar, sus infinitas olas y todas las estrellas
que marcan el destino de dioses y mortales,
el canto humano y celestial, demoníaco o santo,
El que ha huido del mundo
dejando tras de sí el desierto que crece,
la gran voz de los muertos,
las cenizas de la memoria que nada nombra
sino el precipicio que se adelanta de la nada:
Pronto Caronte, pon a tus remos alas
y que mi sombra y yo fulminados
seamos por el rayo que animó el canto
y es hoy sólo negra mortaja,
sólo hiedra ya seca sobre el muro que cierra
el desierto que crece, aquí en mi corazón
y en la voz de las zarzas hablaron a Moisés.
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