martes, 21 de junio de 2011

Caminos del espejo de Alejandra Pizarnik


I

Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.






II


Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde filoso de la noche.






III


Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.






IV


Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.






V


Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona


el viento en el umbral.






VI


Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.






VII


La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.






VIII


Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.






IX


Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.






X


Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé.


Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.






XI


Al negro sol del silencio las palabras se doraban.






XII


Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola.


Hay alguien aquí que tiembla.






XIII


Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?


Deseaba un silencio perfecto.


Por eso hablo.






XIV


La noche tiene la forma de un grito de lobo.






XV


Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy.


Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.






XVI


Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba


no vi otra cosa que a mí misma.






XVII


Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.






XVIII


Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.






XIX


Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra


la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo,


he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.


















árbol de diana


















23


una mirada desde la alcantarilla


puede ser una visión del mundo


la rebelión consiste en mirar una rosa


hasta pulverizarse los ojos










33


alguna vez


alguna vez tal vez


me iré sin quedarme


me iré como quien se va


















Alejandra Pizarnik (1936-1972), poeta argentina. Es una de las poetas con mayor profundidad. La soledad, la angustia, el dolor, el abandono, la muerte, son los temas centrales de su obra. Escribiendo con una notable lucidez y una precisión absoluta del lenguaje, creó una de las obras poéticas más tortuosas e importantes del siglo veinte. Padeciendo de constantes depresiones, de una fuerte adicción a las anfetaminas, tuvo que soportar internaciones en hospitales psiquiátricos, hasta que, acosada por su temor a la locura, decidió suicidarse con cincuenta pastillas de barbitúricos.

2 comentarios:

  1. Gracias por estos poemas del libro que Octavio Paz le prologó a la enorme Alejandra. Un gusto haber descubierto tu espacio.


    Saludos...

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  2. De nada ángel... perdón por tardar tanto en contestarte, es que a veces me olvido de leer los comentarios. Me alegro te haya gustado y en cuanto a Alejandra a mí también me gustan mucho sus poemas. Saludos.

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